Como bálsamo para el alma, nos enseña que la verdadera curación viene del amor y de la presencia de Dios en nuestro día a día, en algún modo, como María quien, con su presencia, nos sana, nos llena de paz, nos fortalece con su ejemplo en momentos de dolor y dificultad y abre nuestra mirada…
Su presencia nos recuerda la importancia de parar en medio de la rutina y buscar momentos de amistad e intimidad con Dios, elevando hacia Él nuestro corazón. Como María en el Magnificat, su canto agradecido resuena entre nosotros, nos despierta, nos llama a la oración, a la reflexión y la comunión con el Creador, autor…
Humildad y fe en María están unidas de forma indisoluble. Dejemos que esta humildad de María ilumine nuestra humanidad, para que también en nosotros pueda germinar la fe. Que al reconocer nuestra pequeñez ante Dios, no nos dejemos abatir por ello ni caigamos en la autosuficiencia, sino que, como María, nos presentemos con una gran…